Grease (1978)
La historia comienza en el verano de 1958, con el apasionado romance que surge entre dos adolescentes tras conocerse en la plata, Danny Zuko (John Travolta) y Sandy Olsson (Olivia Newton John). Cuando el verano acaba, Sandy le comunica a Danny que su familia planea volver a Australia, por lo que probablemente no volverán a verse. Sin embargo, cuando Danny se reincorpora a las clases del que va a ser su ultimo año de instituto en Ridell High y se reencuentra con sus compañeros de la pandilla T-Birds, sin sospechar que su amada Sandy, tras un cambio de planes, se ha matriculado en el mismo instituto donde ambos se reecontrarán. Cuando ambos vuelven a verse, la actitud fria de Danny, decidido a mantener su imagen de tipo duro delante de sus amigos, provocará que la relación entre ambos se complique.
Puede decirse que Grease fue, con justicia, el mayor fenómeno de masas de los 70, casi sin proponérselo. Y es el mejor ejemplo de cómo a veces los mayores éxitos comerciales se obtienen casi por casualidad. El musical de Grease, creado por Jim Jacobs y Warren Casey, fue estrenado en Chicago en 1971, ofreciendo una visión retrospectiva acerca de los años 50, y el espíritu de rebeldía encarnado por los denominados “greasers” o miembros de pandillas juveniles suburbanas que se distinguían por su estética rockera y su pelo engominado. Las primeras representaciones de Grease tuvieron una gran aceptación entre el público local, lo cual valió para que el musical fuese posteriormente adaptado en Broadway, convirtiéndose en uno de los espectáculos más exitosos de los teatros neoyorquinos, con más de 3.000 funciones representadas a lo largo de casi una década en los escenarios.
El éxito del musical despertó cierto interés de cara a su posible adaptación al cine, pero por aquella época los directivos de Hollywood consideraban que el género musical estaba prácticamente muerto y que los musicales eran producciones que ya no servían para atraer al gran público. Sin embargo, el productor Allan Carr, sí supo apreciar el potencial que ofrecía la historia de Danny y Sandy, si bien decidió que había que introducir cambios respecto a la versión escénica para llevar Grease a la gran pantalla. De este modo, se cambiaron los ambientes suburbanos y frios de Chicago por los más apacibles y soleados escenarios de Los Angeles, se suavizó el tono violento de algunas escenas, y sobre todo, se limaron las abundantes referencias sexuales que estaban presentes en la versión teatral para que la película fuera declarada apta para todas las audiencias por la agencia de calificación cinematográfica. Pese a ello, se intentó que dichas referencias no desaparecieran del todo en el film (como por ejemplo, en el numero Grease Lighting, cuando en un momento del baile Travolta frota el plástico contra su entrepierna, en una alusión al uso de los preservativos).
En cualquier caso, la Paramount, productora finalmente encargada de llevar a cabo la adaptación de Grease, no depositó demasiadas esperanzas en el éxito del proyecto. La mejor prueba de ello fue el ajustado presupuesto asignado a la producción, de solo 6 millones de dólares, y el hecho de que la realización de la película recayera sobre un director casi novel, que hasta ese momento solo había trabajado para la televisión, como Randall Kleiser. Pese a ello, Alan Carr supervisó personalmente la elección del casting, en lo que iba a ser posiblemente el mayor acierto de su carrera, la elección de John Travolta para el papel de Danny Zuko. Travolta, era por aquel entonces un joven actor emergente que, tras pasar por la televisión, había sido lanzado al estrellato cinematográfico gracias a su memorable interpretación de Tony Manero en “Fiebre del Sábado Noche”. Esta elección se mostró doblemente acertada, ya que el actor, además de saber cantar y bailar a la pefección, había participado años atrás en la versión escénica de Grease interpretando papeles secundarios y, como él mismo confesó, “se moría de ganas por interpretar a Danny Zuko”. Quedaba la elección del otro papel protagonista, el de la dulce y virginal Sandy. Después de probar a varias actrices, Carr coincidió en una fiesta en Hollywood con la cantante británica Olivia Newton John, que por aquel entonces se había convertido en una estrella de la canción en EEUU, y le propuso que aceptara el papel. Newton-John dudó antes de hacerlo, ya que había participado en un par de películas bastante malas mientras residía en Inglaterra y no tenía buenas experiencias en el mundo del cine. Sin embargo, la visita personal de Travolta la convenció finalmente para aceptar el papel, tras superar una prueba de interpretación cuyo resultado satisfizo a la actriz.
Fue una suerte porque la arrolladora química que surgió entre la pareja protagonista fue una de las grandes bazas que iba a jugar el film. También fue muy acertada la elección del elenco de secundarios, destacando entre ellos Jeff Conaway (Kenickie) quien había interpretado el personaje de Zuko en Broadway, y que iba a encarnar el papel de mejor amigo del protagonista, y Stockard Channing (Rizzo) como la “chica mala”, lider de las Pink Ladies la pandilla femenina que da la réplica a los T-Birds.
El rodaje, que comenzó en junio de 1977, iba a prolongarse a lo largo de los 3 meses de ese verano en medio de un ambiente que todos sus protagonistas describen como de “diversión y camaradería”. El hecho de que la mayoría de interpretes superara ampliamente la edad que se supone que debían representar los personajes no fue un obstáculo, ya que pese a que al comenzar el rodaje John Travolta tenía 23 años, Olivia Newton John 29, Jeff Conaway 26, y Stockard Channing 33, todos supieron sacar su lado más juvenil para dar vida a los adolescentes que interpretaban en el film.
Entrando a valorar la calidad de la película, lo primero que hay que reconocer es que en el aspecto puramente narrativo, Grease no ofrece una historia especialmente transcendente ni unos personajes o diálogos memorables. Por el contrario, los personajes resultan más bien arquetípicos y la trama argumental, bastante simple en cuanto a su desarrollo y desenlace, e incluso tremendamente tópica. Sin embargo, la película sí que supo cautivar al público ofreciendole una visión entre nostálgica y edulcorada del final de una década, la de los años 50, en la que la sociedad poco a poco comenzaba a sacudirse la represión cultural de la época y a buscar nuevas formas de expresión a través de la música Rock and Roll. También supo ofrecer unos números musicales tremendamente vivos y pegadizos, a la vez que dotados de un cierto aire intemporal, que sirvieron para encandilar al público en general. Y ello se debió principalmente al uso de la música como elemento aglutinador de las dos épocas, y sobre todo, a sus pegadizas melodías que se convirtieron, de forma casi instantánea, en auténticos clásicos musicales.
Curiosamente dos de los mayores éxitos de Grease no formaban parte del musical escénico, sino que fueron escritos para el film: “You are the one that I want” (canción, por cierto, que Randall Kleiser destestaba) y “Hopelessly devoted to you” la desgarrada balada que Olivia Newton John canta tras la escena de la fiesta pijama en casa de Frenchy. También se creó para el film la canción “Grease is the Word” compuesta para la película por el miembro de los Bee Gees Barry Gibb e interpretada por el cantante Frankie Valli, y que fue incluida como introducción musical del film, junto a los títulos de credito animados del mismo. Igualmente, se suprimieron varios números musicales a cargo de los personajes secundarios que sí aparecían en la versión teatral de Grease, pero que suenan de fondo en varias escenas de la película. De entre los números menos recordados, puede destacarse la irónica canción “Look at me I´m Sandra Dee” interpretada por Rizzo, y que es toda una ácida crítica al puritanismo hipócrita imperante en la sociedad norteamericana de los años 50. En definitiva, una colección de inspirados números musicales que hacen de Grease una película no del todo redonda, pero sí plagada de optimismo, buenas canciones y memorables coreografías, que cautivaron a toda una generación de espectadores, convirtiendo a Grease en un fenómeno de masas y en el tercer mayor éxito comercial de todos los tiempos hasta la fecha.
En definitiva, Grease es uno de esos musicales que conquistan con el corazón más que con la cabeza, y que dejó un legado musical que aun hoy es apreciado –y tarareado- por millones de fieles seguidores del film. Un clásico intemporal que se inscribe con justicia entre los mejores musicales de la historia del cine.